domingo, 14 de abril de 2013

ORLAN, arte, cuerpo, intervención


De la tela al Cuerpo: Retazos de una artista
Una breve reseña


Por: --Axen



"Con el avance tecnológico uno se puede hacer muchas preguntas, cuál es el estatuto original del cuerpo y hasta dónde irá su futuro. Actualmente no estamos preparados para estos cambios sociales. Yo quiero cambiar, o mas bien, preparar a la sociedad para estos cambios.
“Mi trabajo centra exactamente en ese aspecto, trata sobre el cuerpo mutante, el cuerpo del futuro; es un trabajo en el que ando desde el 68 cuando llegaba a las conferencias con un cartel que decía: 'Yo soy una hombre y yo soy un mujer'.
  ORLAN





Orlan es una artista de la intervención en vivo o performance. Trabaja sobre el estatuto del cuerpo en nuestra sociedad contemporánea programando su propia mutación mediante cambios de cuerpo y de imagen. Gracias a los medios artísticos y tecnológicos, desvía de sus usos habituales la cirugía estética y la imagen digital.
Es una artista multimedia que utiliza el video, la fotografía digital, la cirugía, y que hace de su cuerpo el lugar de producción y explotación de sus intervenciones artísticas, inspiradas en la iconografía barroca, grecolatina y precolombina.
Su obra choca con los conceptos clásicos de la identidad, con los tabúes vinculados a los mitos de la feminidad, a la angustia de la apertura del cuerpo…

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ORLAN

El empleo del cuerpo como plataforma de un discurso no inicia con ORLAN. La manipulación de extremidades, la aplicación de técnicas de dibujo y coloreado, incluso la mutilación consensuada para instaurar un decir se da desde tiempos ya muy lejanos. La novedad de ORLAN –si se le puede llamar así a su trabajo- radica en el dispositivo ideológico-mercantil-transgresor en el cual se inserta su trabajo (y su cuerpo, sin duda)
El ser humano, en su presentación y relación con la realidad, se volvió el objeto central de muchas propuestas artísticas como la Performance, el Body Art, o el denominado Arte Relacional de los años noventa, en el cual se exploran las relaciones sociales entre individuos. Un performer, a diferencia de un actor, no actúa en la ficción, sino que vive una determinada experiencia real fijada con unas determinadas normas, en un determinado espacio y tiempo. La realidad ya no es representada, sino experimentada, consagrada como obra de arte por derecho propio, a través de las acciones del artista, cuyo cuerpo se convierte en la herramienta principal de producción artística. En el caso del Body Art, el cuerpo no solo es utilizado como agente, sino también como receptáculo de la acción, como lienzo vivo sobre el que intervenir, seguramente el lienzo más antiguo de la historia del arte.


La obra de Orlan abarca una serie de aspectos e interrogantes en torno a la identidad y el Yo; quienes han escrito sobre ella la vinculan a textos políticamente incorrectos del feminismo y en sus performances es habitual escuchar textos de Freud y Lacan leídos por ella o repartidos a los asistentes para dirigir el sentido que le den a su obra. La selección misma de autores bien podría inspirar un estudio profundo de la obra de Orlan en relación con la literatura y teorías que ella le asocia.



“Somos una generación que tomamos la palabra para reivindicar nuestro cuerpo. Nos planteamos si ser o no ser madres. ¡Gracias a la píldora, la píldora ...! Había una época en que no casarse y no tener hijos era un acto político bastante violento. Siempre lo más difícil de soportar es que una mujer haga lo que quiera con su cuerpo, no lo que se espera que debería hacer. Queremos tener un cuerpo y poder gozar de él más allá de lo que nos enseñan. La idea es salirse del marco, ejercer el libre albedrío para inventarse y realizar una escultura de sí mismo.
Propongo un cuerpo desacralizado, disidente, que 'decorpora' y puede ser decorado”.


Orlan es una artista francesa - nacida el 30 de mayo de 1947 en Saint-Etienne, (Loire) Francia- que se autodefine dentro del feminismo y que desde mediados de la década del 60 ha realizado diversas performances en las que su propio cuerpo se somete a constantes intervenciones quirúrgicas. Dos ejes centrales giran en torno a su obra, en no pocas ocasiones polémica, resistida e incluso no del todo comprendida, la posibilidad de transformación del cuerpo de manera definitiva, sin vuelta atrás, y la presencia de las cámaras fotográficas y filmadoras que se convierten en inmediatos testigos de la acción.

INTERVENCIÓN
 En cada performance Orlan se enfrenta y nos enfrenta a una “transformación” voluntaria pero asistida de nuestra forma biológica. Ella ha buscado de manera intencional tener parte del rostro de la diosa Diana, la Mona Lisa o la Venus de Boticelli.
En este sentido puede ser considerada una auténtica artista multimedia que utiliza el video, la fotografía digital, y la innovadora y estremecedora presencia de la cirugía para hacer de su físico una nueva obra inspirada en diferentes iconografías del arte como la barroca, la grecolatina y la precolombina.
En su particular concepto de entender el arte, en 1964 comenzó en las calles de su ciudad natal Saint-Etienne unas actividades radicales provocadas por los acontecimientos del mayo francés de 1968. Una particular protesta denominada, “Marche au ralenti“, (camina en cámara lenta). Una marcha que realizó lo más despacio posible entre dos puntos centrales de la ciudad. Fue el comienzo de sus primeras actuaciones y espectáculos en público.
Desde 1965 hasta 1983 representó una compleja actuación, la “MesuRages“, un uso de su propio cuerpo como instrumento de medida, Orlan haría uso de su Orlan-Body como medida en un espacio arquitectónico determinado.
Sus excéntricas representaciones fueron un desafío tanto a las tradiciones más religiosas como al supuesto arte en el mundo. El primero a través de imágenes blasfemas y el segundo con acciones de una interpretación irreal del arte.
Como una estrella en su propio teatro de la operación, en 1990 dejó su particular túnica santa y decidió ser reencarnada. La reencarnación de Saint Orlan fue el comienzo de una serie de cirugías plásticas en la cual, la artista comenzó a transformarse a si misma en semejanzas de algunas de las pinturas y esculturas históricas más conocidas.
El objetivo de Orlan era conseguir el ideal de belleza como sugieren los grandes artistas que pintaron mujeres.
En 1990 Orlan fue la primera artista que utilizó la cirugía y la cirugía estética en un performance. “La Re-Encarnación de Santa-Orlan” o “Imágenes, Nuevas Imágenes” fue la primera de una serie de “Operaciones-Performances-Quirúrgicas”: dibujos con sangre, relicarios, textos, fotos, videos, films, intalaciones…
Luego de una cirugía facial, durante los 40 días siguientes Orlan se sacó fotos diariamente mostrando cómo los hematomas del rostro iban cambiando de color y relizó una exposición con estas gigantografías: “El cuerpo fabrica autorretratos”.
“Artaud dijo que se puede cagar de mil formas, dormir mil horas.
Es infinito el tiempo que uno usa para usar la máquina cuerpo. Tiene muy poca autonomía. Necesitamos un cuerpo más liviano, más adaptado. La plenitud del cuerpo dura 30 años, no más. Y eso no es mucho. Hace un tiempo hice un petitorio contra la muerte, y pocos quisieron firmarlo”.
En 1993, el 21 de noviembre, después de la 7º Operación-Performance-Quirúrgica en Nueva York, se hace colocar a cada costado de la frente dos implantes de siliconas utilizados habitualmente para realzar los pómulos, lo que crea dos protuberancias sobre sus cejas.


"Todo mundo conoce ese dicho de Simone de Beauvoir: 'No somos mujeres, nos convertimos en mujeres' y los hombres 'No son hombres, se convierten en hombres'. La sociedad es una fábrica de cuerpos y de las realidades que van con esos cuerpos, y mi trabajo consta precisamente en cómo cambiar ese formato.

“¿Sobre si tengo dolor en mis intervenciones? No. Estoy totalmente en contra del dolor, es un viejo problema; siendo mujer siento totalmente ridículo el dicho (bíblico) de Debraux: 'Parir en el dolor'. En nuestra época tenemos la posibilidad de eliminar el dolor. Y es lo que realizo en mi trabajo: les pido a los cirujanos no recibir ningún dolor, no creo en el dolor como redención ni como purificación…”




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